¿Para qué sirve ser colombiano?

Yo soy colombiano pero no sé qué significa eso. Diría que llevo una nacionalidad porque nací, crecí, estudié y trabajo y vivo bajo las leyes de aquí, pero no sé, más allá del hecho legal, si ser colombiano, austriaco, congolés o gitano significa realmente algo, o al menos, algo importante.Cada terrícola debería proponerse la sencilla tarea de pensar como lo haría un extraterrestre. Por sí solo, el hecho de imaginar fronteras conduce a ver cada vez más y más fronteras, a regirse por cada vez más ataduras. Políticas, geográficas, religiosas, morales, culturales, raciales y espirituales, todas.

Si la nacionalidad misma de los personajes más importantes de la historia no es relevante, por qué detenerse en el origen de seres humanos insignificantes como usted o como yo, seamos de donde seamos.

Los más grandes músicos que ha dado Europa como Bethoven, Mozart, Liszt o Strauss fácilmente podrían ser alemanes o austriacos o húngaros. Qué importa. Para nadie es pecado confundir el pueblito europeo de sus cuitas, sus historias, ni siquiera sus composiciones. En el hombro de Sudamérica, a miles de kilómetros y muchos años después nadie se está deteniendo a pensar si ellos reivindicaron a Alemania, Hungría o al imperio Austriaco. Ninguno de ellos compuso reclamando atención a su bandera, ¿por qué habría de hacerlo el resto de la humanidad?

La gente reconocida al final no es de ninguna parte. Presten atención. Cristóbal Colón es italiano aunque pase como español, eso también le sucede a Manu Chao, que no es de España sino francés como Carlos Gardel, a quien a su vez reclaman Argentina, de donde es realmente Ricardo Montaner, que no nació en Venezuela como sí Oscar D’León, a quien algunos asocian a algún país del caribe. ¿Cuál? Qué importa: francamente da igual. Todo se ve más simple si hacemos el ejercicio contrario. Uno no piensa en los personajes que admira como seres épicos que llevan a cuestas la bandera de su nación. Nunca es así.

Ser colombiano no es esa imagen que Harold Trompetero prostituye cada que hace un comercial flojo de 90 minutos, que llena de insights populares y que pone en una sala de cine tratando de decir que es cine. En términos prácticos ser colombiano no es nada. Que le vaya bien a nuestra familia, y mejor si a la ciudad, y mejor si a Colombia, porque es donde está la ciudad, la familia, y uno, pero no me vengan con que 43 millones de desconocidos nos importamos.

¿Entonces para qué sirve ser colombiano? Para nada. Uno debe ver al país como al propio cuerpo. Hay cosas que tenemos y producimos, que sabemos que son feas, asimétricas e imperfectas, otras son asquerosas e impresentables. Y habrá otras que los demás admiran, sí, pero nadie anda alardeando por tener la nariz pequeña, la piel de durazno o medir 1.85: esas son cosas que se deben decir desde afuera, porque cuando salen de nuestra boca provocan mal aliento. Por eso uno no oye cosas del tipo «Orgullosamente japonés».

Ese afán de resaltar todo lo que es colombiano por el solo hecho de ser colombiano es lo que lleva a la opinión pública -si es que tal cosas existe-  a actuar desde la esquizofrenia y la imbecilidad. Con esa fórmula hemos venido creando ídolos de barro como, entre muchos, Alejandro Falla, Camilo Villegas, Hugo Rodallega, Giovanni Moreno, Sofía Vergara o Jhon Leguízamo. ‘Compatriotas’ que han ganado nada, poco y mucho -sería en ese orden-, y que por ser colombianos reciben el más ridículo de los despliegues. No tengo nada contra ellos, si uno los ve en sus profesiones no están nada mal, pero su gran talento es convencernos de que merecen pleitesía en esta tierra. La culpa no es de ellos, es nuestra.

¿Por qué no se va? ¿Qué he ganado usted?, me preguntarán. La respuesta es nada. No he ganado nada y si alguna vez lo hago no será por ser colombiano, como si fracaso o me vuelvo un delincuente: no tendrá nada que ver con mi nacionalidad ni con el orgullo de nacer en uno u otro país. Si pasa lo primero me pedirán que diga cosas buenas de Colombia, que vuelva (porque uno se va), que haga fundaciones y que opine sobre política y economía. Si pasa lo segundo me esconderán y se avergonzarán de mí. Entonces… ¿Para qué sirve ser colombiano?

Un ejemplo final. Andrés Barreto, él es el genio colombiano que creó Grooveshark, la plataforma gratuita de música online más importante del mundo. Un tipazo inteligentísimo y muy joven. Hace unas semanas los medios aquí se volcaron a entrevistarlo por que era un tema vendedorsísimo: «El creador de Grooveshark es colombiano». Esa era la noticia. Como si triunfar en lo que uno hace con gusto, talento y empeño fuera menos extraordinario que nacer por casualidad en este lugar del planeta.

Andrés Barreto se debe estar riendo desde un piso en el Soho de Nueva York. Dentro de unas semanas empezará a cobrar por el uso de su invento y ni siquiera las direcciones IP de Colombia se salvarán de ese cobro, en cambio, los colombianos lo vamos a hacer más millonario y hacemos bien. ¿Por qué? Porque el tipo sabe algo fundamental: de nada sirve ser o no ser colombiano.

Es muy simple: entre menos uno sea, mejor. Este lugar es muy grande para ser tanto, yo por ejemplo me considero más bogotano que colombiano y eso, desde luego, tampoco sirve para nada.

En Twitter. @palabraseca

9 comentarios en “¿Para qué sirve ser colombiano?

  1. De una manera no sirve para nada ser Colombiano, pero por el otro lado siempre es bueno tener orgullo en tu pais y tu comunidad y estar dispuesto a trabajar para mejorarla.

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  2. Andrés G. Borges

    Llego a tu blog por un tema de star*-bucks y esa entrada me trajo hasta aquí, y básicamente me disgusta un poco.

    Para añadir a tu escrito:

    Andrés Barreto, aunque ha vivido la mayor parte de su vida en NY, si se siente muy colombiano, tanto así que el y varios otros destacados ingenieros de sistemas dictan clases gratuitas a jóvenes en el grado 10mo y 11 de secundaría… y no desde NY, lo he podido ver con mis propios ojos, en Medellín dictando charlas y clases a estos jóvenes como profesor invitado.
    Además de esto fundo una organización de inversores «Angeles» de USA para que inviertan en el talento de los jóvenes colombianos, y como se hace esto? te preguntarás pues el tiene que vender muy bien la idea a sus inversores que Colombia es mejor que el resto de paises y que les pueden brindar mejores oportunidades.

    Así que pienso que no es que ninguna gran personalidad diga «soy orgullosamente xxxxxx» es que hay personas que si sienten amor patrio y otras que no

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  3. Ser colombiano es un accidente, como ser peruano, argentino o congolés. Lo que encuentro en Colombia y en otros paises sudamericanos es un nacionalismo exacerbado e inconsciente, la gente, la prensa y los medios exaltan a Falcao o a James, o al ciclista colombiano de turno como héroes ejemplarizantes porque triunfan en sus profesiones. Y se ignora a los miles de heroes que trabajan cada día en ámbitos de la ingeniería o la medicina a nivel mundial. Solo cuando hay un éxito enorme es cuando la gente trata de apropiarse en cierto sentido de ese triunfo compartiéndolo por la nacionalidad. Nada más patético para un alemán o un italiano que ver a los miles de hinchas en la calle para festejar una clasificación de Colombia para el mundial. Ese nacionalismo barato y fácil – somos los mejores, Colombia es lo mejor del mundo – contrasta con la realidad cuando se dan los batacazos: entonces todo son lamentos somos lo peor, no hay calidad, o se cumple la profecía de la conspiración. En Brasil nos eliminaron los arbitros, se dice con prepotencia, mientras se ignora una primera fase en la que Colombia se enfrentó a equipos de chichinabo, y una primera parte con Brasil en las que nos pudieron meter cuatro.
    Ese nacionalismo exasperante y excluyente solo lo he percibido en Colombia o Argentina, por ejemplo. En España, italia o Francia, campeones mundiales y europeos de futbol o de tenis, no he visto jamás esa euforia nacionalista de somos los mejores, francia es lo mejor, italia es lo mejor porque sí por el hecho de serlo. Ese nacionalismo tiene sus cosas buenas en el amor a la tierra, pero cuando se exalta por el hecho de serlo sin más llega a ser tan ridiculo como cualquier localismo exacerbado que manifiesta que su tierra es lo mejor del mundo. Ante esta enfermedad lo unico posible es viajar

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  4. Sė que este artículo se escribió hace ya unos meses pero hasta ahora llego a mis ojos. Estoy de acuerdo …parcialmente, el exceso de patriotismo no sirve para mucho, es un poco como los extremistas de cualquier credo, sin embargo alguien arriba menciona un argumento muy válido en el que los colombianos no pensamos nunca ‘comunidad’ y ‘estar dispuestos a mejorarla’ ( Lucas Reyes) …para eso es que sirve el patriotismo.

    Lanus21 habla del ‘nacionalismo exagerado y exacerbado’ en Sudamérica, cierto …lo que no es cierto es que seamos los únicos..ha visto a los gringos? Y a los ingleses? Y a los franceses? Y quien sabe cuantos mas? ,yo vivo desde hace varios años en Inglaterra y viví por otros tantos en Estados Unidos…y es la misma vaina.

    Así que la inutilidad del patriotismo eventualmente podría volverse en algo útil si queremos…pienso yo (y creo que Lucas reyes también) .

    Palabraseca: es interesante leerlo.

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